Al campanazo de la cena corren los monjes
¿Cómo convertir en canto ese silencio
Como fueron de rápidas esas manos para tocar la luz
De aquí en adelante ya no habrá más mujeres
Desde la mujer del tendero hasta Conchita la pelirroja, y desde
Dice Quevedo que de tiempo en tiempo
El sólo movimiento de una hoja en el limonero
Era un hombre al que le habían enterrado su mano derecha
Es de todos el mar y de ninguno
Huye de la ciudad que no se queda en las uñas
Llegaron los tres al mismo sitio
Los asesinos olían a vaca y tierra
NADA DE MUJER, HEMBRA O ANIMAL FEMENINO
No eran camino largo o encrucijada
No siempre se puede ser cara o sello
Nunca hablé de mi tía Chinca por miedo a su silencio
Qué es el río sino esa agua sucia deslizándose
Un Monte es un Monje parado sobre su cabeza
Yo también al desaparecer mi infancia estuve presente