EL DEL RELÁMPAGO
A Gonzalo Rojas
Como fueron de rápidas esas manos para tocar la luz, así los ojos para dejar constancia de lo visto. Ya no sé si fue en Nueva York, en Caracas o en Chicago donde lo vi con esa linterna hacia adentro, quemándola a fuerza de grafismos. Rabioso de alegría le daba rienda suelta a unos potros al galope por entre las charcas del sueño y la realidad. Qué de imaginarias corriendo y desnudándose, qué de voces sometiéndonos a la algarabía de un diálogo inaudito.
Armando Romero