BRISA
El sólo movimiento de una hoja en el limonero puso en actividad toda la casa.
A ras de suelo un leve humo disipó sus sombras y dejó al descubierto el dulce
ladrillo de los antepasados
El antiguo fantasmero de caoba fue puras risas entrecortadas y pasos blandos
como guantes
Las vigas en el techo y el soporte de las arañas temblaron como una trapecista
en celo de tendones
-Apagada estaba ya la vela en el altar contra el rincón y no se movía-
Al borde y al centro de una pantalla de adobe habían ahora puertas y ventanas
en vaivenes de secos golpes y monótonos
Paso tuvo el sol que quedaba restando y sumando por los postigos y los portillos
En la fragilidad de sus lazos y la corredera del hilambre la hamaca dijo sí o dijo no
Corrió veloz la mariposa única hasta el escaño deshuesado y sólido que esperaba
en el corredor
Y desde allí la ahumada cocina hizo leve muestreo de rescoldos y cenizas
Viejas ollas en depósito de sentencias y perfumes
Desierto de áridos granos y legumbres florecidas
Leña ya en el musgo y el renacimiento de las parásitas
Tardo hueco del fogón y su encanto
Platos y tazas desportillados por un constante repique de los usos
Pocillos en la pared como una interrogación colgando
Por el patio donde se desvanecía el acento trinitario y el punto aparte de las
gallinas caminó como un murmullo que no era sino roce y frotación de pieles
desnudas por la hierba
El cielo se sostenía en un meridiano preciso que era una nube gris y muchas
blancas más azul
Fue solo un múltiple movimiento de pies como las hojas cortadas del plátano
Un sólo movimiento en esa tarde
Pero al detenerse el limonero
Todo en aquel sitio continuó como antes
Armando Romero