AZÚCAR EN LOS LABIOS
Desde la mujer del tendero hasta Conchita la pelirroja, y desde
Jesús el zapatero hasta Roberto que dirigía la escuela, todos, sin
excepción, amanecieron con un terrón de azúcar en la punta de los labios. Sin embargo, los únicos en enterarse de lo sucedido
fueron los que se besaron por la mañana.
Armando Romero