Ábreme, dios, el juego de tus venas
¡Belleza, flor de sueño, al fin alientas
Cierro los ojos para ver la luz
Como los dioses en su audaz vigilia
Despertar en lo oscuro es siempre un juego
Despierto a medianoche. Es un alarde
El barro es la placenta. Recordamos
El sol se pierde —moneda de fuego
Entre el aura obsesiva del incienso
Estoy sentado frente a un vaso de agua
Hacia la perspectiva de las dunas
Húndete en la ceniza, perra de hielo
La armonía es un río transitable
La corrompida niebla me seduce
La garza vuela sobre el agua inmóvil
Las aguas pasan bajo el puente
Los árboles callados vieron pasar a Lillie
Nada es más que un instante. Lo remoto
Nada es memoria: todo es invención
No busco la verdad, pero persigo
No hay para qué llamar, porque está franca
Por nómadas caminos secundarios
Porque Dios tiene vocación de espejo
SONETO en el que hablando con Dios desvive su secreto valimiento
Te pregunté: —¿Recuerdas qué palabras
Vagando por las calles infinitas
Vengo creyendo en la pasión onírica
Verdinegra es la piedra, como siempre
Vivimos en la violencia verde, disfrazada
Voy a decir por fin la gran verdad