A ROGELIO BUENDÍA MANZANO POETA JOVEN
Al cortar sus cabellos, agitados
Al mirar del paisaje la borrosa tristeza
Al saber la verdad de tu perjurio
¡Alma mía! Soñemos con la estación florida
Ante la Virgen que adorabas tanto
Aquí el sillón donde bordar solía
Asómate al balcón; cesa en tus bromas
Bajo el fulgor lunar el mar es plata
Bajo el sopor canicular se enerva
Bajo los soportales de esta plaza
Buscando en la inquietud de los viajes
Con el fervor de un lapidario antiguo
Con pereza oriental, en la colina dormita
Con ternuras de madre y piedades de hermana
Cruzas por mis recuerdos como un rayo de luna
Cuatro muros de cal, libros, y una
Curvado el cuello y la cerviz erguida
De la Grecia y de Italia bajo los claros cielos
De la tarde de octubre bajo la luz gloriosa
De la vida me lanzo en el combate
El alba ciñe las primeras rosas
¿El Bien y el Mal? ¿Quién sabe su camino...?
El cisne se acercó. Trémula Leda
El crepúsculo está lleno de aromas
El ritmo, el gran rebelde, me rinde vasallaje
El viejo monasterio abandonado
En el dulce silencio campesino
En el espejo de tu mar tranquila
En férreas contracciones de serpiente
En la paz celestial de las alturas
En la penumbra se destaca el lecho
En las aristas de las altas cumbres
Enferma de nostalgias, la ardiente cortesana
—¿Eres tú el Justo que a los justos premia?
Es otra señorita de Maupin. Es viciosa
Este cuarto pequeño y misterioso
¡Felicidad!... ¡Felicidad!... Dulzura
Frescura matutina del paisaje...
Hay rosas que se abren en selvas misteriosas
Igual que en un sepulcro me he encerrado
Jardín blanco de luna, misterioso
—Jardín de las Hespérides, divino
¡Jazminero, tan frágil y tan leve
La fiera de mi carne está ya ahíta
¡La hora confidencial!... Entre banales
La noche me envolvió como un perfume
La sabia mano a cuyo tacto ardiente
¡La tragedia es vulgar por lo sencilla!
Las lágrimas sonoras de una copla
—Llaman a la puerta, madre. ¿Quién será?
Llueve... En el viejo bosque de ramaje amarillo
Mi vida es el silencio de una espera
Mientras la fuente su canción moruna
No volveré a gozar en tu mirada
Nocturno azul y plata... Sobre el clave
Para cantar mi mente quiero un verso pagano
Para escanciar el vino de mi viña temprana
Por la espaciosa frente pálida y pensativa
Por no sé qué refinamiento oscuro
Por ver quién recogía tu pañuelo
¿Qué encanto tiene esa lejana estrella
¡Qué suavidad, qué suavidad de raso
Quedó en mis manos un jirón de encaje
¡Remansos del crepúsculo! Lejanos
Sacar en hombros por mi puerta
Sara es viciosa. Su pupila oscura
Sentir intensamente la vida. Haber amado
Si yo fuese un orfebre florentino
Soy un alma pagana. Adoro al dios bifronte
Te vi muerta en la luna de un espejo encantado
Ten un poco de amor para las cosas
Todas las noches a la cita vienes
Todo en silencio está. Bajo la parra
Turbia de sombra, el agua del remanso
Un «¡espera!», un «¡recuerda!» es cuanto queda
Visión que cruzas por mis sueños, dime
Y su voz se esparció, como un aroma
Yo sé que la esperanza está viva, y que dentro
Yo te he deshecho, ¡oh muerta cabellera