A tres leguas de un puerto bullente
Ah! ¿Qué mucho que al sol que subía
Allá en el claro, cerca del monte
Ayer, el cielo azul, la mar en calma
Bailas por antojo que al mancebo engríe
Bajo el ronco motín que grita muerte
Basta de timidez. La gloria esquiva
¡Bien hayas, himno verde, que sublimas
Blancas y finas, y en el manto apenas
Bruno el sombrero que a lucir campea
Clava en mí tu pupila centellante
Como tronco en montaña venido al suelo
¡Con qué dolor, y válgame ser franco
Crin que al aire te vuela, rizada y bruna
Cuando a mis ojos tristes la alegre mariposa
¿Detenerme? ¿Cejar? Vana congoja.
Dicen que el nauta que frecuenta el hielo
El misterio nocturno era divino
En buen esquife tu afán madruga
En el álbum de la señorita Ana Markoe
En el álbum de la señorita Luz de Landero
En la rama el expuesto cadáver se pudría
En la Venus de Médicis el arte
Es un monstruo que me turba. Ojo glauco y enemigo
Es un viejo borracho que me provoca
Espléndida rosa de mágico prado
Insensibles a fiestas y grimas
Junto al plátano sueltas, en congoja
La joven madre perdió a su hijo
Lírica gracia exorna y ennoblece
Llegas a mí con garbo presumido
Llego entre dos esbirros, que no dudan
Mi corazón percibe, sueña y presume
Mientras haya en ciudad y cortijo
Milicias que en las épicas fatigas
No descansas jamás... y alegre y puro
No intentes convencerme de torpeza
Oh tú la de crin rubia, luenga y rizada
Para endulzar un poco tus desvíos
Pardas o grises, donde no musgosas
Portas al cuello la gentil nobleza
¡Qué radiosa es tu faz blanca y tranquila
Qué te acongoja mientras que sube
Recio y amplio edificio que no brilla
Semejas esculpida en el más fino
Señor tenme piedad, aunque a ti clame
Si en tus jardines, cuando yo muera
Siempre aguijo el ingenio en la lírica
Tan abierta de brazos como de piernas
Traigo por la cadena un bello tigre hircano
Tu traición justifica mi falsía
¡Tus trovas dejan profundos rastros...
Ya que eres grata como el cariño
Yo quisiera salvar esa distancia