A ELLA
Semejas esculpida en el más fino
hielo de cumbre sonrojado al beso
del sol, y tienes ánimo travieso,
y eres embriagadora como el vino.
Y mientes: no imitaste al peregrino
que cruza un monte de penoso acceso
y párase a escuchar con embeleso
un pájaro que canta en el camino.
Obrando tú como rapaz avieso,
correspondiste con la trampa al trino,
por ver mi pluma y torturarme preso.
No así el viandante que se vuelve a un pino
y párase a escuchar con embeleso
un pájaro que canta en el camino.
Xalapa 27 de mayo de 1901
Salvador Díaz Mirón