A Clori, declamando en fábula trágica
A Clori histrionisa, en coche Simón
A Don Gaspar de Jovellanos. Epístola
A don Simón Rodríguez Laso, rector del Colegio de San Clemente de Bolonia
A la Exma. Sra. Marquesa de Villafranca, con motivo de la muerte de su hijo primogénito
A la memoria de D. Nicolás Fernández de Moratín
A un escritor desventurado, cuyo libro nadie quiso comprar
A vos el apuesto complido garzón
¿Adónde adónde está, dice el Infante
Al nuevo plantío que mandó hacer en el año de 1813 el mariscal Suchet en la alameda de Valencia
Ayer Don Ermeguncio, aquel pedante
Cede al temor el luso fugitivo
Cesa en la octava noche el ronco estruendo
En esta venerada tumba, humilde
Ésa que veis llegar máquina lenta
Ese que yace en la sangrienta arena
Esta corona, adorno de mi frente
Esta que me inspiró fácil Talía
Id en las alas del raudo céfiro
Inscripción. Para el sepulcro de D. Francisco Gregorio de Salas
Irrevocable destino de un autor silbado
Laso, el instante que llamamos vida
¿Me veis que serio estoy? Pues no os espante
Nací de honesta madre: diome el cielo
Ninfas la lira es ésta que algún día
No de mi casa en altos artesones
No siempre de las nubes abundante
Para colocarse en el telón de un teatro en que se pintaron las dos musas trágica y cómica
Para el retrato de Felipe Blanco primer Gracioso del teatro de Barcelona
Para el sepulcro de D. Francisco Gregorio de Salas
Príncipe de la Paz. Dedicándole la comedia de La Mogigata. Epístola
¿Qué acecho de dolor el alma vino
Sí, la pura amistad, que en dulce nudo