A LA MUERTE DE CRISTO NUESTRO SEÑOR
A LA SEPULTURA DE TEODORA DE URBINA
A ti la lira, a ti de Delfo y Delo
A UN PEINE QUE NO SABÍA EL POETA SI ERA DE BOJ O DE MARFIL
AL CONTADOR GASPAR DE BARRIONUEVO
AL DOCTOR GREGORIO DE ANGULO, REGIDOR DE TOLEDO
Amor con tan honesto pensamiento
Atada al mar Andrómeda lloraba
Belleza singular, ingenio raro
Bien puedo yo pintar una hermosura
—Boscán, tarde llegamos —¿Hay posada?
Canta Amarilis, y su voz levanta
Canta pájaro amante en la enramada
Cayó la torre que en el viento hacían
Céfiro blando que mis quejas tristes
Celebró de Amarilis la hermosura
Claro cisne del Betis que, sonoro
Como si fuera cándida escultura
Con ánimo de hablarle en confianza
Con nuevos lazos, como el mismo Apolo,
¡Con qué artificio tan divino sales
CORTANDO LA PLUMA HABLAN LOS DOS
Cuando en mis manos, Rey eterno, os miro
Cuando me paro a contemplar mi estado,
¡Cuántas veces, Señor, me habéis llamado
Cuelga sangriento de la cama al suelo
Daba sustento a un pajarillo un día
De hoy más las crespas sienes de olorosa
DEDICATORIA DE LA LIRA CON QUE PIENSA CELEBRAR SU BELLEZA
Desde que viene la rosada Aurora
Deseando estar dentro de vos propia
Desmayarse, atreverse, estar furioso
Dulce Señor, mis vanos pensamientos
El pastor que en el monte anduvo al hielo
Encaneció las ondas con espuma
Entro en mí mismo para verme, y dentro
Érase el mes de más hermosos días
Es la mujer del hombre lo más bueno
Esparcido el cabello por la espalda
Esta cabeza, cuando viva, tuvo
Éste de mis entrañas dulce fruto
Esto de imaginar si está en su casa
Éstos los sauces son y ésta la fuente
Gaspar, si enfermo está mi bien, decidle
HIPÉRBOLE A LOS PIES DE SU DAMA; QUE ESTE POETA DEBIÓ DE NACER EN SÁBADO
Hombre mortal mis padres me engendraron
Ir y quedarse, y con quedar partirse
Juanilla, por tus pies andan perdidos
LAMÉNTASE MANZANARES DE TENER TAN GRAN PUENTE
LO QUE HICIERA PARIS SI VIERA A JUANA
Lucinda, yo me siento arder, y sigo
Mi bien nacido de mis propios males
Muere la vida, y vivo yo sin vida
No sabe qué es amor quien no te ama
NO SE ATREVE A PINTAR SU DAMA MUY HERMOSA POR NO MENTIR QUE ES MUCHO PARA POETA
Noche fabricadora de embelecos
Pasando el mar el engañoso toro
Pasé la mar cuando creyó mi engaño
Pasos de mi primera edad que fuistes
Pastor que con tus silbos amorosos
Pluma, las musas de mi genio autoras
Por las ondas del mar de unos cabellos
PREGÓNASE EL POETA PORQUE NO SE HALLA EN Sí MISMO
PROPONE LO QUE HA DE CANTAR EN FE DE LOS MÉRITOS DEL SUJETO
Pululando de culto, Claudio amigo
¿Qué ceguedaz me trujo a tantos daños?
Que otras veces amé negar no puedo,
¿Qué tengo yo que mi amistad procuras?
Quejosas, Dorotea, están las flores
Querido manso mío, que venistes
Quien supiere, señores, de un pasante
Quiero escribir, y el llanto no me deja
¡Quítenme aquesta puente que me mata
Rota barquilla mía, que arrojada
Sentado Endimión al pie de Atlante
SENTIMIENTOS DE AUSENCIA, A IMITACIÓN DE GARCILASO
Señor Doctor, yo tengo gran deseo
Serrana celestial de esta montaña
Serrana hermosa, que de nieve helada
Si culpa el concebir, nacer tormento
Si entré, si vi, si hablé, señora mía
Si fuera de mi amor verdad el fuego
Silvio a una blanca corderilla suya
Suelta mi manso, mayoral extraño
Sulca del mar de Amor las rubias ondas
TÚRBASE EL POETA DE VERSE FAVORECIDO
Un soneto me manda hacer Violante
Versos de amor, conceptos esparcidos
Vierte racimos la gloriosa palma
Vireno, aquel mi manso regalado
Vivas memorias, máquinas difundas
Ya no quiera más bien que sólo amaros
Ya vengo con el voto y la cadena
Yo dije siempre, y lo diré, y lo digo
Yo me muero de amor, que no sabía
Yo pagaré con lágrimas la risa