A DON MARTÍN DE BOLEA Y CASTRO
A LA FUENTE LLAMADA DE GARCILASO
A LA MAÑANA DE LA RESURRECCIÓN
A UNA DAMA QUE DESDEÑABA UN PAJE SUYO
A UNA MUJER QUE SE AFEITABA Y ESTABA HERMOSA
AL LIBRO DE LAS FUNDACIONES DE SANTA TERESA DE JESÚS
AL VELO DE DOÑA JERÓNIMA LÓPEZ
Aunque el bélico pecho y animoso
Aunque Ovidio te dé más documentos
Bien probáis que quien se humilla
Bílbilis, aunque el Dios que nació en Delos
¿Cómo podrá premiar el bajo suelo
Corneja que vestiste ajenas plumas
Cuando a su dulce olvido me convida
«Dime, Padre común, pues eres justo
En la edad de oro, aunque hubo afectos tiernos
Firmio, en tu edad ningún peligro hay leve
Gala, no alegues a Platón o alega
Hermosura perfecta no consiste
Hoy el nefando autor del color bayo
Hoy, por piedad de su Hacedor, le ofrecen
Hoy que amontona fiestas y alegrías
Lice es aquella; llega, Fausto, y mira
Lo que merece nombre de esperanza
Mi afecto, Amor, me acometió con brío
Ni soles, oh, tahúr, lunas ni auroras
Oh tú, que en las sublimes aulas de oro
Porque hoy llegó a sus términos la ira
Pródiga de nariz, de ojos avara
Pues tú con tanta propiedad desdeñas
Qué mucho que en tus lámparas, oh Vesta
Quiera el primer autor que se eternice
Rendida la cerviz al sacrificio
Señor, que miras de tu excelsa cumbre
Si amada quieres ser, Lícoris, ama;
Si nunca Baco y siempre fuente viva
Si un afecto, Señor, puedo ofrecerte
Volverse han muchos a labranzas toscas
Yo os quiero confesar, don Juan, primero