A LICE
Lice es aquella; llega, Fausto, y mira
cómo con el cabello dora el viento,
y el rostro juvenil, de donde atento
invisibles Amor sus flechas tira.
Cuán bien con la piedad mezcla la ira
en el mirar risueño y el violento;
la boca, que entre perlas el aliento
de jazmín salutífero respira.
Juzga si yo, con más razón que Ticio,
que por Juno movió a los dioses guerra,
pudiera contra el cielo rebelarme.
¿Has visto bien, que no tiene la tierra
sujeto igual? Pues sabe que un adarme,
un adarme no tiene de juicio.
Bartolomé Leonardo de Argensola