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SÁTIRA

Hojeando la vetusta antología
      de los griegos un día,
anónima encontré sátira hermosa,
que una punzante abeja parecía
embebida en las mieles de una rosa...

Bella y terrible al par, terrible y bella,
      lágrima de una estrella,
chispa de incendio que en lo obscuro brota?
el pensamiento que palpita en ella
es como un temporal en una gota!

Y la gota es cual lágrima exprimida
      en que toda una vida
se condensa quizás de sufrimiento;
y en la que un alma, del rencor herida,
se venga con un solo pensamiento!

Tal su lanzada le pagó a Longino
      el Cordero divino
que, desde su dolor, bienes reparte:
el bardo halló a la envidia en su camino;
no le hizo un bien, pero se lo hizo al Arte.

El tormento mayor del enemigo
      es el llevar consigo
la envidia matadora del reposo:
la envidia es a la vez culpa y castigo;
¡porque le seca el alma al envidioso!

¡Cuán fiero el golpe del puñal sería
      que se oye todavía
el grito que arrancó!... Tal abre el broche
la flor al soplo de la racha impía:
tal vive el astro en la mortuoria noche...

Anónimo dolor de un alma herida,
      que se venga, escondida
en incisiva sátira, del hombre
que con sórdido afán turbó su vida,
¡anónimo ya no es: suyo es mi nombre!

Dantesco explorador que se aventura
      por entre selva obscura,
graba su nombre sobre el tronco amigo,
cabe el cual en la noche de amargura
encontró lecho y protector abrigo...

Mío es ese dolor; mía esa estrofa,
      en que la insana mofa,
halla un freno seguro a su desvío;
mío ese santo verbo que apostrofa
al lenguaraz... ¡Ese dolor es mío!

Caritativa lástima me inspira
      el que en vano suspira
por alta cumbre y se debate en vano;
y ruega la limosna de una lira,
tendiendo a Apolo imploradora mano.

Pero el que sueña en su impotencia loca
      con socavar la roca,
a cuya cima en su ruindad no alcanza,
es volcán de rencor, que por su boca
lavas de envidia a las alturas lanza.

Retorcida en sus ansias de ventura,
      tal es la envidia, impura
sierpe que se revuelca en su veneno...
¡Loada sea la inmortal Natura,
que hasta en el propio mal puso algo bueno!

autógrafo

José Santos Chocano


«Selva virgen» (1898)

versión Versión ¡Fiat Lux! (Poemas varios) (1908)

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