SIN SOBRE
¡Pues no pudo saltar, remache al clavo!...
El mundo ruin escuchará mis penas;
¡y ha de escucharlas! ¡Dónde va el esclavo
va también el rumor de sus cadenas!
Dices que soy poeta; y no lo ignoro:
poeta soy, si tú eres poesía;
y quizás por lo mismo que te adoro
siento algo tuyo entre la mente mía.
¡Si te arrepientes tú, tendrás el cielo!...
Recoge el haz de tus cadenas; toma, 1
entre arrullos de místico consuelo,
actitudes de cándida paloma...
Y perdona, mujer, que mi principio
haya sido tan ruda sinfonía:
esos que dicen que el amor es ripio
deben saber al fin que es poesía.
Es justo que el amor ya se levante,
y en levantarle es justo que me empeñe;
que te mire un poeta, y que no cante;
que te mire un artista, y que no sueñe...
Yo, que poeta soy, busco una estrofa
que suene bien al delicado oído;
pero siento el azote de la mofa,
y el verso escapa destrozando el nido.
¡Ah! y es mi verso el áspero y salvaje,
que hace en la lira retemblar la mano,
que silba con el viento en el boscaje,
que ruge con la ola en el oceano!
¿Me comprendes? ¡Feliz! Y yo más fuerte,
dejome avasallar por tu belleza...
¿Me amas o no? No puedo comprenderte:
¡se me sube el amor a la cabeza!
¿Y tú no puedes comprender que el mismo,
el mismo amor es ya capaz de todo?
subir al sol, bajar hasta el abismo,
bañarte en luz o salpicarte lodo!
Vuelto mi amor, por tus desdenes, fango,
tal vez ha de manchar tu pecho noble:
¡de una rama del roble sale el mango
del hacha misma que ha de herir al roble!...
José Santos Chocano
1 Otra versión: Recoge el haz de tus desdenes; toma,