EL SUSPIRO
Suspirando en las cuerdas de mi lira,
la inspiración a torturarme empieza;
y el suspiro —hecho mundo— en mi cabeza
por los abismos de la mente gira.
¿Quién cuando a Venus en las aguas mira,
no suspira al mirar tal gentileza?
Muda es la admiración a la belleza;
y el verdadero amor —no habla— ¡suspira!
Con vago ideal, con místicos temblores
y con arrullos de apagado acento,
el suspiro disipa los dolores;
y es, dando fuerzas e infundiendo calma,
jirón del alma... convertido en viento,
jirón del viento... convertido en alma.
José Santos Chocano