SOBRE HARTMANN
Hojeaba a Hartmann. La mirada triste
se paseaba fugaz y distraída,
temblando entre las brumas, como tiembla
del mustio fuego la postrera chispa.
Todo es insoportable. Todo cansa,
y todo desespera, y todo hastía:
¡Oh qué sublime es aplastar de un golpe
con el suicidio universal la vida!
¡Qué desesperación! No hallar remedio
para este mal, para esta suerte impía;
¡no poder arrancar de nuestra frente
la corona fantástica de espinas!...
Y cuando meditaba cejijunto
en la sangre de todas las heridas,
en las garras de todos los dolores
y en el llanto de todas las pupilas,
pensó de pronto en mi nerviosa amada,
y en su mirada plácida y tranquila,
y en su dulce pasión... ¡Volví los ojos,
y miré que los campos sonreían!...
José Santos Chocano