LA CARRETERA
¿No deseas, amada, a las sencillas
gentes del pueblo unirte placentera
y pasearte conmigo por afuera,
entre flores, aldeanos y avecillas?
Los árboles —soldados en guerrillas—
cuidan la polvorosa carretera,
que cruza, como un cauce, la pradera,
seca el agua y borradas las orillas...
Al tornar a este pueblo, del vecino,
con todas sus brillantes lentejuelas
como una bruja saltará la Noche;
y para no extraviarnos del camino,
seguiremos las líneas paralelas
que trazaran las ruedas de algún coche.
José Santos Chocano