LA ALONDRA
A Enrique Gómez Carrillo
No te vayas, Romeo, todavía...
la Julieta murmúrame amorosa;
y une al dulce reclamo otra ternura:
—No es la alondra...
Yo bien sé, niña, cuando el sol es cumbre,
cuando la luz es triunfo. Hijo de Aurora,
bien sé las sinfonías del Oriente...
—No es la alondra...
Yo he visitado los celestes nidos,
y he pulsado las arpas luminosas,
y he violado el horóscopo del sueño...
—No es la alondra...
Yo he visto frente a frente al astro rubio,
y he escuchado el preludio nota a nota,
y he recorrido palmo a palmo el cielo...
—No es la alondra...
Yo he bebido el licor del cáliz sacro,
y he comulgado la divina hostia
y bajo la patena he puesto el alma...
—No es la alondra...
He arrancado del huevo la avecilla,
de la cascara vil la almendra hermosa,
de la palabra tibia la áurea idea...
—No es la alondra...
Y yo he lanzado en fin, vocablos libres
sobre las turbas, de cantar ya roncas,
quo iban en pos de los Ideales nuevos,
y las vírgenes Ansias, afanosas,
con todas las banderas desplegadas
en la conquista de la Eterna Aurora...
—Vete, Romeo; es tiempo todavía:
—¡Sí es la alondra!
José Santos Chocano