LA ESPADA DEL VIRREY
TRADICIÓN LIMEÑA
Cuando el Virrey bajó la última grada
del Palacio, risueño en su decoro,
de su espada oprimió la cruz de oro,
volviose y dijo adiós con la mirada.
La espada del Virrey era una espada
que probó en otra Edad sangre de moro,
desde su lina punta hasta el tesoro
de esa su empuñadura cincelada...
Súbito, ante el Virrey, llegó un anciano
movió de su piedad el noble instinto;
y una limosna le rogó, no en vano:
el que pobre bajó desde esa altura,
quebró el acero que llevaba al cinto
¡para poderle dar la empuñadura!
José Santos Chocano