LA NOCHE DE LOS ANDES
Hay en las soledades de la puna,
cuando la noche aumenta ese reposo,
un misterio solemne y religioso
como el amor de un alma sin fortuna.
Cada cumbre de nieve es como una
virgen, que, de la mano del esposo,
aparece en el templo luminoso,
envuelta en fría castidad de Luna.
¡Oh cuadro aquel de místicos reflejos!
Los mismos Andes a los cielos crecen
como torres de ingente campanario;
los rayos se hacen cruces, a lo lejos;
y hasta los astros, al brotar, parecen
las desgranadas cuentas de un rosario...
José Santos Chocano