XXIV
VERIJA
Debajo de ese velo de misterio Isaías XI, 5.
que luminoso tus riñones ciñe
—y el lienzo es que enjugó de tus apóstoles Juan XIII, 5, 10.
los pies lavados, con que el hombre todo
se queda puro—; bajo de ese velo
—ceñidos los riñones como en marcha— Lucas XII, 35.
la fuerza del varón, Señor, se esconde.
De la Eva de la gracia, madre virgen,
en las entrañas Tú, Adán de gracia,
carne de padre pecador, tomando
virgen la diste de la cruz al lecho.
Y engendraste al morir, Cristo, tu muerte
fue lo que te hizo padre de la vida
de la gracia, tu muerte la primicia
de tu virilidad; con ella al cabo
la Humanidad esposa conociste
y su esposo de sangre te obligaste. Éxodo IV, 25.
¡Sin Ti, Jesús, nacemos solamente
para morir; contigo nos morimos
para nacer y así nos engendraste!
Miguel de Unamuno