XXXVII
LOS CLAVOS.- EL ARTE
Tus clavos son las llaves que nos abren
de la muerte—vida—los cerrojos.
Son los cuatro colmillos de la Muerte
que forjó Tubalcain el cainita Génesis IV, 22.
con el arte inventado en la mazorca
primitiva de hogares estadizos
que alzó en tierra, empastándolo con sangre Génesis IV, 17.
—cimiento—el hijo de hombre que primero
cortó a hermano el respiro—¡y fue la guerra!—
de que el arte surgió que con tus manos
santificaste, ¡Maestro carpintero!
Callosas ellas en tus mocedades Lucas II, 51.
de oscuro trance manejaron clavos
cuando sudaste sobre la madera
—de esa tu cruz, cama de boda, agüero—
a diario ganándote el mendrugo
del pan que nos enseñas a ganárnoslo
cada día pidiéndolo a tu Padre.
El arte que del árbol de la ciencia
del bien y el mal, tomándolo entregara
de Caín a la diestra Adán, su padre,
tus manos rescataron. Y esas manos,
abiertas siempre, al fin la industria humana
clavó a la cruz, al trabajado leño
con el sudor del hombre consagrado.
Porque es tu cruz también obra del arte
que sobrepuja a la naturaleza.
Caín, el labrador, a su linaje Génesis IV, 2.
legó el ingenio, hermano del arrojo
de criminal envidia—es arte el crimen—
civil, y Tú, Señor, lo sublimaste,
¡Tú, con tus manos levantando al cielo
el fruto desastrado del saber!
Miguel de Unamuno