XXXII
EUCARISTÍA
Amor de Ti nos quema, blanco cuerpo;
amor que es hambre, amor de las entrañas;
hambre de la Palabra creadora Amós, VIII, 11.
que se hizo carne; fiero amor de vida
que no se sacia con abrazos, besos, Juan 1, 14.
ni con enlace conyugal alguno.
Sólo comerte nos apaga el ansia,
pan de inmortalidad, carne divina.
Nuestro amor entrañado, amor hecho hambre,
¡oh, Cordero de Dios!, manjar Te quiere;
quiere saber sabor de tus redaños,
comer tu corazón, y que se derrita
sobre el ardor de nuestra seca lengua:
que no es gozar en Ti: es hacerte nuestro,
carne de nuestra carne, y tus dolores
pasar para vivir muerte de vida.
Y tus brazos abriendo como un muestra
de entregarte amoroso, nos repites:
«¡Venid, tomad, comed: éste es mi cuerpo!» Lucas XXII,19; 1 Corintios XI, 24.
¡Carne de Dios, verbo encarnado, encarna
nuestra divina hambre carnal en Ti!
Miguel de Unamuno