LVIII
MI CIELO
Días de ayer que en procesión de olvido
lleváis a las estrellas mi tesoro,
¿no formaréis en el celeste coro
que ha de cantar sobre mi eterno nido?
Oh Señor de la vida, no te pido
sino que ese pasado por que lloro
al cabo en rolde a mí vuelto sonoro
me dé el consuelo de mi bien perdido.
Es revivir lo que viví mi anhelo
y no vivir de nuevo nueva vida;
hacia un eterno ayer haz que mi vuelo
emprenda sin llegar a la pa.tida,
porque, Señor, no tienes otro cielo
que de mi dicha llene la medida.
Salamanca, 5-X-1910.
Miguel de Unamuno