LI
UNA VIDA
Del ciprés a la sombra, en un recodo
del jardín del convento un negro lirio
le decía a Sor Juana del martirio
de salir limpia de huesa de lodo.
Recordaba a su padre que beodo
el candor le rompiera en un delirio
y a cuyos pies su mocedad cual lirio
votivo ardió. Lo recordaba todo:
la del invierno negro blanca noche
en que mientras nevaba a copo lento
su madre se murió, sin un reproche,
y aquella en que llegó con fiero viento
la amiga de su padre en el derroche,
y ella, huyendo el hogar, corrió al convento.
Salamanca, 30-IX-1910.
Miguel de Unamuno