VII
AL AZAR DE LOS CAMINOS
Nudo preso al azar de los caminos
bajo el agüero de una roja estrella,
él desde el cierzo, desde el ábrego ella,
rodando a rumbo suelto peregrinos.
Al mismo arado uncieron sus destinos
y sin dejar sobre la tierra huella
se apagaron igual que una centella
de hoguera. Y se decían los vecinos:
¿De dónde acá ese par de mariposas?
¿y hacia dónde se fue? ¿cuál su ventura?
su vida, ¿para qué ? como las rosas
se ajaron sin dar fruto; ¡qué locura
quemarse así las alas! ¡Necias cosas
de amor, siempre menguado pues no dura!
Bilbao, IX-1910.
Miguel de Unamuno