VI
PREMATURO AMOR
Y dijo:
«¿Tiemblas? ¿por qué, si aún no está maduro?
Cálmate, niña, te traeré el espejo
o, si no, mírame, que en el reflejo
te verás de mi cara. Es el conjuro
»de un amor todavía en el oscuro
rincón del nido. Cuando se haga viejo
verás que fue nuestro mejor consejo
dejarlo estar mientras era harto puro.
»Considera, si al cabo te decides,
estando como está la fruta verde,
que si se entra temprano en ciertas lides
»urge acabar lo que una vez se muerde,
aun cogiendo dentera, y nunca olvides
que es el que pone más el que más pierde».
Bilbao, IX-1910.
Miguel de Unamuno