ORACIÓN DEL HOMBRE PÚBLICO
Si no vencer, sino luchar me obliga
por la fe y el honor; si hay un Dios bueno
que enmendar sabe el éxito terreno
cuando, Supremo Juez, premia y castiga,
¡adelante! No temo la enemiga
saña, aleve puñal, sutil veneno:
con pecho firme y ánimo sereno
dispuesto estoy a la mortal fatiga.
Sólo el contagio de pasiones temo;
temo la justa indignación que inspira
del pérfido enemigo la asechanza.
¡oh Dios, a los asaltos de la ira
cierra mi corazón, y en lance extremo
prefiera yo el martirio a ia venganza!
Miguel Antonio Caro