EL PARTE DE LA HUMAREDA
Salta el fiero invasor sobre la arena
Que el sol con rayo vivo ha caldeado,
Y, de tonante máquina apoyado,
Forzar el paso y avanzar ordena.
Opónese a su ejército y lo enfrenta
De invictos guerreadores un puñado:
Responde al golpe el golpe redoblado;
Baña el campo la sangre en larga vena.
Tendió muda la noche el negro manto:
Súbita luz, bajo rugiente trueno,
Siniestra alumbra la extensión vacía;
Y entre el destrozo y funeral espanto,
Con visión clara y corazón sereno,
Quintero escribe: «La victoria es mía».
Miguel Antonio Caro