EL RÍO
El río se alza vertical, de oro,
todo de flautas, todo de peonías.
Una espiral en vértigo sonoro
de rosas verdes y azucenas frías.
Duerme la luna entre su cauce. El viento
en su madeja esconde sus laúdes.
Yo tomo de ella el tono de lamento.
Tú, para el canto, a su timbal acudes.
Mojo el pie en su corriente y me estremezco
¡Está hechizado el río! Crezco, crezco,
me vuelvo un árbol todo flor y brillo,
Descubro el mar, vislumbro la montaña,
pero mi pie está prisionero, y daña
una mano de hierro mi tobillo.
Juana de Ibarbourou