DEL ÚLTIMO JUAN RAMÓN
A la memoria de Ricardo Gullón
Desde su noche ve
no la otra sombra
sino su claridad.
Brilla en el mar nocturno
la sal del sol, a solas, agua adentro,
en su materia misma inasible.
En la honda arena cae lo muriente
pero lo vivo resplandece en la gota
a la que sólo puede interrogar
la mirada del pez profundo.
Circulaciones
de la vida transformándose siempre.
Y en el abismo de su oscuridad
no desciende: se alza
sobre-viviente,
animal de fondo.
La noche al fin
se vuelve transparencia deseante.
José Emilio Pacheco