EL DERROCHE
Mientras espero a la que llega tarde,
ahora y siempre, observo
la multitud.
Y no me porto sociológico,
apocalíptico ni estético.
Hoy me limito a ver las caras de todos.
Pienso en el desmedido gasto superfluo,
las horas-hombre (u horas-Dios, según la creencia)
desperdiciadas en dar a cada cual unos rasgos
que jamás se duplican.
Hay —dijo Bioy— un verdadero derroche de caras.
José Emilio Pacheco