REDOBLE BAJO UNA CEIBA
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Padre anciano,
Obrero y gran señor,
Sesenta y nueve ramas se han secado
En tu arbolado corazón.
Padre, es claro.
Yo acecho tu bastión:
Me abro paso entre cedros y álamos
Cuando, de pronto, soy
la multitud hambrienta de una calle
Aherrojada en cilicios de terror.
Padre obrero,
Obrero y gran señor.
Juan Bañuelos