SONETO XII
Preciábase una dama de parlera,
Y mucho más de grande apodadora,
Y encontrando un galan así a deshora,
Sin conocerle ni saber quéin era,
Le dijo, en ver su talle y su manera:
«Parecéis a San Pedro», y a la hora
Rióse muy de gana la señora,
Como si al propio aquel apodo fuera.
Volvió el galan, y vio que no era fea,
Y en el punto que allí se ve quien sabe,
Le respondió con un gentil aviso:
«Mi reina, aunque San Pedro yo no sea,
A lo menos aquí traigo la llave
Con que le podré abrir su paraíso»
Diego Hurtado de Mendoza