XXXIV
AL SUCESO DE JACOB Y RAQUEL
Siete veces el sol quitado había
al frío polo el tenebroso velo,
cuando Jacob el engañado vuelo
segunda vez a la esperanza fía,
en cambio de las llamas en que ardía,
examinaba un perezoso hielo,
sin que apagase tan infiel recelo
el ardor que en su fe resplandecía.
¡Oh amor de ningún hombre imaginado!
¡Oh suerte, no de alguno conseguida!
¿Qué hubiese vida igual a incendio tanto?
Poco fue amar, pues pudo ser premiado
tan largo amor en tan pequeña vida,
y tanto riesgo en tan debido llanto.
Francisco de Trillo y Figueroa