XXXV
A UN DESENGAÑO DE FORTUNA
Quebranta ya, fortuna, las prisiones
en que amarrada mi esperanza, incierto
tantos días halló el amigo puerto,
arrastrando mi fe tus eslabones.
Honren ya tus paredes sujeciones
del ánimo rendido al desconcierto;
que en las aras inciertas encubierto
no está bien el ardor de mis pasiones.
Halla donde tu halago no se esconde,
cual la espina en la flor insidiosa
alimenta el recelo en la esperanza.
Básteme a mí saber que no responde
a mi ruego tu mano cautelosa;
que harto es dichoso quien su riesgo alcanza.
Francisco de Trillo y Figueroa