XXVI
DEL SUCESO DE JUDIT
Cual se mira a los soplos impacientes
del austro fiero la robusta encina,
o cual las nieves de la cumbre alpina
desatadas en líquidas corrientes;
de Betulia los muros ya dolientes
así al golpe cruel de su ruina,
cuando cauta Judit los avecina
del honor a los rayos más lucientes.
El débil golpe de una débil mano
¿quién ¡oh fortuna! recelar pudiera
a un tiempo tan pesado y delicioso?
Mas ¡ay! que fue de impulso soberano,
y el delito peligra en la ribera
mucho más que en golfo proceloso.
Francisco de Trillo y Figueroa