XXIV
IMITANDO A BOECIO
Dichoso aquel a quien la amarga muerte
no tronca el tiempo de sus dulces años,
y aquel que no alimenta desengaños
con el cebo engañoso de la suerte.
Dichoso (si hay alguno) aquel que advierte
su riesgo al resplandor de los extraños,
y aquel que, mariposa a los engaños,
entre las llamas el ardor advierte.
Dichoso el que con vuelo reposado
a la cumbre se acerca fatigable
de la alta ruina a que el honor aspira,
y mucho más aquel que retirado
vive de la fortuna incontrastable,
limando con su paz su cruel ira.
Francisco de Trillo y Figueroa