VII
ÚLTIMOS AFECTOS DE UNA DAMA, MIRANDO EL SEPULCRO DE SU AMANTE
Si con morir pudiera mejorarte,
si viviendo pudiera no perderte,
qué poco mereciera con la muerte,
qué poco me debieras por amarte.
Si con llorar pudiera consolarte,
si risueña pudiera no ofenderte,
qué poco me costara el merecerte,
¡oh cuánto mereciera en olvidarte!
Si la elección me fuera permitida,
si en tus cenizas abrigar la pena,
que ardiente paroxismo es de mi vida,
¡oh cuán gozosa en la fatal cadena
aprisionara el alma condolida,
que tanto está de libertad ajena!
Francisco de Trillo y Figueroa