SONETO VI
Daliso, con el cuento de un cayado,
el nombre deshaciendo estaba un día
de su Fílida ingrata, que él había
de un robre en la corteza ya grabado.
Mas viendo que ya el tronco había quebrado
con el cayado, la tenaz porfía,
o porque el nombre ya con él crecía,
o bien porque él fuese honorado,
¿cómo es posible, amor tirano (dijo),
este nombre apartar de mi firmeza
si con él es un tronco aun elegante?
Si aun a pesar de mi sentir prolijo,
en su abono es de bronce una corteza,
¿por qué conoce que es mi fe diamante?
Francisco de Trillo y Figueroa