SONETO LV
Hay tanto que temer, do no hay ventura,
Y adonde falta, es el temor tan cierto,
Que al hombre desdichado, como al muerto,
Le pueden luego abrir la sepultura:
Prueba es de esta verdad mi desventura,
Pues tal llaga en mi triste pecho ha abierto,
Que tendrá mi remedio por incierto,
Quien sepa que es mi mal desdicha pura:
Esto causa, Señora, el recelarme
De lo que pareció vana sospecha;
Mas pues sabéis cuan cara me ha costado,
Bien puedo de mi dicha lamentarme,
Pues hay tanta razón: ¿mas qué aprovecha?
Sino hay razón que valga a un desdichado.
Francisco de Figueroa