SONETO LIII
Cortó amor la raíz de mi contento
Por tierra en hoja y flor, cuando esparcido
Antes de ser gozado, ha perecido
Cuanto me pudo dar contentamiento:
Su esperanza sembró mi pensamiento
En tu terreno crudo endurecido;
Donde siempre miserias han nacido,
Y nunca ha de nacer el escarmiento:
No basta echar por tierra mi firmeza
El duro encuentro, y la pesada carga
De amor, que así me tiene derribado:
Mas al fin bastará vuestra aspereza,
Y de mis daños la experiencia larga,
A dejarme sin vida, o sin cuidado.
Francisco de Figueroa