SONETO XXXVI
Fili, yo llamo en testimonio al cielo,
Y si alguna Deidad tiene cuidado
De los amantes, que jamás menguado
Se vio mi amor, ni se verá mi duelo:
Que si con menos lágrimas, que suelo,
Algunas horas he, Fili, pasado:
No pienses que nació de haber hallado
Mi mal alivio, o mi dolor consuelo:
Sino de que ocupaba el pensamiento
En la dulce memoria de aquel día,
En que vi florecida mi esperanza:
Por probar si las fuerzas del tormento
Debían presto hallar tanta mudanza,
Las horas de mi vida acabaría.
Francisco de Figueroa