SONETO XXVI
Si del amargo intenso pensamiento,
Que de mí tiene entero señorío,
Alguna vez un poco me desvío,
Para cobrar a mi dolor aliento:
Discurro por el mal de mi tormento,
Llorando el largo y mal viaje mío,
El timon roto, y débil el navío,
Perdido el Norte, y tempestuoso, viento;
Mas si el mar fuera manso, el navío fuerte,
Próspero el viento y favorable el cielo,
¿Qué pudiera esperar sino la muerte?
Moriré, pues, y de morir me duelo,
Solo porque será fuerza perderte,
¡Oh dulce fuego mío, oh dulce hielo!
Francisco de Figueroa