SONETO XXV
Ingrata Fili, en cuyo pecho había
Puesto su nido el corazón cuitado,
Que ahora de tus ojos desterrado
Perdido va por solitaria vía:
Si topares con él acaso un día,
Aunque está del dolor desfigurado,
Bien podrás conocerle en tu traslado,
Que imprimió en él mi triste fantasía.
Por tu imagen siquiera alguna parte
Le da de albergue, aunque pequeña sea;
No enajenes así tanta dulzura:
Y si quieres que sola ella se vea,
Haz que el cielo los parta, o tú los parte,
Y arroja el corazón tras mi ventura.
Francisco de Figueroa