SONETO XLII
A FILIPO III, LUEGO QUE HEREDÓ Y SE CASÓ
Majestad soberana, en quien el cielo
tanto valor encierra y saber tanto,
que ya a la envidia sobras, ya al espanto,
hollando sabio el mar, valiente el suelo.
Emulo de tu padre y de tu abuelo,
rompe con la memoria con Lepanto,
y adora en Asia el monumento santo
guardado para pompa de tu celo.
El cielo esta victoria solicita,
y a Marte y Palas ha juntado en uno
(del sirio y persa victorioso bando).
Un mundo es poco para cada uno,
pues ni Isabel fue más que Margarita,
ni debes ser tú menos que Fernando.
Francisco de Medrano