SONETO XXXVII
AL LICENCIADO FRANCISCO DE RIOJA
La violencia, Leucido, de los hados
¿en qué los ofendí? Lleva mi vida,
llévate, oh Amarilis, ofrecida
a mal seguros golfos y apartados.
¿Cómo pues yo de afanes y cuidados
batido miro el mar con tan erguida
frente y muda paciencia, no vencida
de estos escollos yertos y callados?
Cedo a la fuerza cuerdo, y cedo al día,
la esperanza alargando, y si no engaña
su arte al sabio, Amarilis serás mía.
Así del pez es dueño, cuando siente
fuerzas en él mayores que en la caña,
si le da cuerda el pescador prudente.
Francisco de Medrano