SONETO XIV
Suelta la carta y brújula el piloto,
cansado de luchar con agua y viento;
azota de la nave el mar hambriento
este costado abierto y aquel roto.
Del impío marinero, ya devoto,
envuelto en voces sube el sentimiento
al cielo, que desprecia mal contento
del pasajero humilde el casto voto.
Embiste el casco en un escollo duro,
y al más dichoso, en una tabla asido,
escupe el mar en las arenas muerto.
Yo lucho con la ausencia, y sostenido
de mi esperanza, ¿llegaré seguro,
Flora, a tus ojos? Muera yo en tal puerto.
Francisco de Medrano