PANTEÓN FAMILIAR
Con un dedo en los labios, un arcángel ordena
silencio al visitante que os ha traído rosas.
¿Desde qué paraíso, desde qué oculto infierno
oleréis su fragancia funeral y simbólica?
Ya sé que lo hago en vano. ¿El reino de la nada
tiene dioses benévolos que anulan la memoria,
los recuerdos hirientes como un veneno lento?
Algún día lo sabré. ¿Y yo oleré las rosas
que alguien por cortesía extienda sobre el mármol
de luna helada y muerta?
Toda rosa es de sombra
y es fugaz, y se esparce, y es un mundo imperfecto
destinado a morir. ¿Pero queda su aroma
testimonial de vida y hermosura pasadas?
En ese mundo vuestro, ¿se reordena la forma
de la rosa deshecha? ¿Y yo oleré esa rosa?
Felipe Benítez Reyes