UNA FORMA DE ETERNIDAD
Pero ¿el miedo era esto?
No los amenazantes
fantasmas del pensamiento y la conciencia.
No los largos pasillos de hospitales
con tubos fluorescentes día y noche.
Ni siquiera el temblor de irrealidad
que se queda en el alma si recuerdas.
El miedo, al parecer, es sosegado:
te llega cuando cierras la ventana
y comprendes que todo cuanto miras
es lo mismo que ayer, y que lo mismo
volverá a ser mañana y para siempre.
Felipe Benítez Reyes